Remodelación del antiguo grupo escolar "Divino Maestro" como Casa de la Cultura

Fecha: 2018
Diseño/dirección: Eduardo Delgado Orusco
Equipo: Javier Rincón Sánchez

La intervención proyectada para la transformación del colegio municipal “Divino Maestro” en Casa de la Cultura del municipio de Los Molinos atiende a una secuencia de intenciones y criterios: la contención presupuestaria como primera mente, la mesura en las necesarias transformaciones -que lleva a un estudiado reciclaje de los espacios disponibles- pero también una cuidadosa transformación de imagen desde el convencimiento de su necesidad. Hay que pensar que parte de la adecuación pensada pasa por la dotación de una nueva presencia, que apele a la transformación no solo física sino de la memoria colectiva de los habitantes de Los Molinos. Con esta idea se ha pensado en una estrategia de envolvimiento del volumen del antiguo colegio mediante una segunda piel de lamas de aluminio o similar (podría ser también cerámica) que, además de facilitar un control térmico pasivo del conjunto cumpla, mediante una suerte de veladura, con la transformación de imagen soñada.

Este juego de cambio de piel permite pensar en el edificio como un cartel, un telón de fondo de sobre el que colgar anuncios de las futuras actuaciones o eventos, e incluso proyectar imágenes sirviendo como complemento a algunas de las nuevas actividades pensadas para el espacio público.

Podría decirse que la gran transformación pensada para este conjunto pasa por los nuevos usos y carácter del espacio público al aire libre que forma parte del proyecto.

Se trata de la oferta de una colonización ciudadana de este espacio, mediante la apertura y disposición de una red de pequeñas piezas –en algún caso la mera transformación de los suelos- para su apropiación por parte de los habitantes del pueblo. Son usos lúdicos en su mayor parte pero también culturales, un excelente complemento a los usos solicitados para el interior de la nueva Casa de la Cultura de Los Molinos.

En concreto se ha pensado en un posible espacio multiusos al aire libre, una suerte de anfiteatro elemental que sirva tanto para actuaciones como para reuniones vecinales, tanto improvisadas como más formales. Este mismo espacio podría aprovechar las proyecciones sobre la nueva piel del edificio, lo que lo haría funcionar como un cine al aire libre.

También se ha pensado en atender y atraer al público infantil de la población, aproximándolos a los usos culturales del centro. En este sentido se ha pensado en la configuración de ámbitos de juego según las diferentes edades y estaciones del año. Habrá areneros y parques de juego diseñados con especialistas en la motricidad, el equilibrio y el ritmo de los más pequeños. También juegos que contribuyan a fomentar y hacer crecer los valores de nuestra sociedad, como el trabajo en equipo, la solidaridad y la igualdad. No querríamos repetir acríticamente modelos ya superados que, además, son abandonados por los niños por poco atractivos.

Para el verano pensamos en juegos de agua basados en chorros que emergen del suelo y que sirven para atraer y refrescar a los más pequeños hacia un área en donde se asume que el agua discurra por el suelo y refresque también el entorno incluso sin mojarlo.

Pero también se ha pensado en el nuevo centro cívico como polo de atracción para los mayores: se disponen pistas de juego (petanca, bolos, etcétera), gimnasio senior al aire libre –igualmente diseñados con la participación de especialistas lo que contribuirá a su uso-, mesas de juego para colectivos con menor movilidad, e incluso posibles kioskos de bebidas, helados y otros, en donde nos gustaría dar entrada a jóvenes emprendedores que ofrezcan bebidas y productos alternativos con valores ecológicos y que favorezcan el autoempleo y el comercio local y justo. En la misma línea se proyecta un ámbito destinado a la ordenación de un posible mercado urbano.

Todos los anteriores usos, adecuadamente combinados para favorecer la integración social de todos los colectivos (niños y padres, jóvenes y mayores, sin distinción de género, etcétera) conviven con muchas de las presencias actuales, como los árboles y otras plantas. La idea es generar un proyecto abierto e inclusivo donde todos encuentren su lugar.

Interiormente, y como ya se ha expresado más arriba, se organiza el programa solicitado con naturalidad y frescura, pero con contención de medios, procurando aportar calidez y calidad espacial y material.

Nos negamos a aceptar la difícil e incómoda dicotomía entre conservación y renovación patrimonial, planteando una alternativa que reúne a ambas. Se trata de una estrategia reversible consistente en la generación de una segunda piel, una envoltura del volumen, que apenas sí se toca, mediante un juego de lamas que nosotros imaginamos doradas –en atrevida alusión al valor único y transformador de la cultura para las sociedades, y que cuenta con otras referencias cultas como por ejemplo la filarmónica de Berlín de Hans Scharoum- y que lanzaría un mensaje subliminal pero inequívoco.

No obstante esta piel mantiene la virtualidad de servir como fondo neutro sobre el que colgar anuncios de actividades culturales y/o ciudadanas, que podrían ser de materiales convencionales –como tela o plástico- pero que también podrían responder a proyecciones nocturnas e incluso diurnas cuando la tecnología y la economía lo permitan y aconsejen.

Se responde al programa interior solicitado con rigor y toda la precisión posible, estudiando cuidadosamente la buena convivencia de unos y otros usos y favoreciendo la participación y la inclusión de todos los visitantes del centro. Toda la actuación se concentra en el llamado Módulo A, previendo la instalación en el ala derecha de recepción, salas polivalentes –dotadas de tabiques móviles que favorezcan la versatilidad-, despachos y aseos. En el ala izquierda se propone un pequeño teatro o auditorio, con zona de camerinos, en la planta baja, y Escuela de Música con aulas para instrumentos y aula de baile con un despacho de dirección.