Rehabilitación de la Torre de San Miguel para oficina de turismo municipal

Fecha: 2018
Diseño/dirección: Eduardo Delgado Orusco
Equipo: Javier Rincón Sánchez

Ubicada al sureste de la bahía de Almería, la Torre de San Miguel comparte nombre con la población más próxima, San Miguel de Cabo de Gata.

Sin embargo la torre se proyectó vinculada al paisaje, como elemento de protección del asentamiento de La Almadraba de Monteleva y sus salinas.

Aún hoy conserva su perfil reconocible y exento, y nuestra propuesta trabaja en la línea del mantenimiento y potenciación de esta presencia. En efecto, las sucesivas actuaciones de revoco, amurallado y construcciones próximas de nulo valor patrimonial, junto a la generalización del uso del automóvil, ha provocado un “ensuciamiento” de su imagen que, en este caso es todavía posible recuperar.

En concreto planteamos una actuación de limpieza –constructiva, ambiental y paisajística- que recupere su valor primigenio. La emoción de la pieza exenta y limpia, cuya edificación evoca otras construcciones defensivas -incluso anteriores- y que se caracterizaban por su carácter pétreo e inaccesible: los lienzos de piedra que habría que repicar y hacer aflorar, los huecos mínimos que funcionan como ojos del conjunto, su perfil almenado erosionado no obstante por el tiempo.

Así, nuestra propuesta se basa fundamentalmente en una alteración del plano del suelo que sirve, tanto para la eliminación de la muralla –que ha servido no obstante para proteger el valor patrimonial de la torre de los posibles ataques vandálicos- como para escamotear en un nivel inferior la nueva edificación propuesta a la vez que contendrá los vehículos que el nuevo uso de oficina de turismo municipal atraerá.

Igualmente, esta operación generará un ámbito de limpieza alrededor de la torre, dada la imposibilidad real de construir a su alrededor, alejando la posibilidad de aquel “ensuciamiento” ambiental al que se aludía más arriba.
La excavación que se propone tendría una profundidad de apenas metro y medio, lo necesario para ocultar la altura de los vehículos. También de esta forma, la mayoría de las personas podrán todavía mantener la visión del horizonte en el exterior, evitando la sensación de enterramiento a que podría dar lugar esta acción. También así se minimiza el movimiento de tierras y, con ello, el coste asociado a la operación.

En planta, la forma de la excavación es el máximo círculo que se puede inscribir en el terreno asociado a la torre, y que tiene un radio de 24 metros. Esta medida permite alojar un aparcamiento, y un ámbito de movimiento peatonal diferenciado, aunque previsiblemente al mismo nivel para facilitar los movimientos puntuales de vehículos.

En el interior de la torre se plantean actuaciones de tecnificación –iluminación, informatización, audiovisuales, etcétera-  siempre fácilmente reversibles y que conviven bien -de manera diferenciada- con los elementos originales: las bóvedas de ladrillo y las fábricas pétreas que, como en el exterior, se plantea descubrir y dejar a la vista previo tratamiento de protección.